Como cristianos, uno de los fundamentos más básicos, es conocer la importancia que tiene la sangre de Cristo en nuestra vida diaria, y cuando lo conoces, no sólo trae liberación a tu vida, sino que te quita una pesada carga que hoy lamentablemente muchos llevan.
La sangre de Cristo no es algo místico, salido de un cuento o de una película de Hollywood. Tampoco es un invento, o una forma de pensar. La sangre de Cristo es real y como cristiano puedes comenzar a vivir en libertad gracias a ella.
Lamentablemente, la falta de conocimiento de muchos cristianos hoy dia en cuanto al tema, les ha llevado a vivir una vida de culpa, de carga y de frustración en su relación con Dios, y con sus semejantes, en vez de ser todo lo contrario.
Por años, yo también viví cargando con culpas y me sentía alejado de Dios. Quisiera remarcar la palabra sentía, porque es lo que más se oye en la iglesia, “sentí esto, sentí aquello”. Y muchos, incluyéndome, si no “sentíamos” algo, entonces pensabamos que Dios no nos respondía.
Éste tópico, lo trataremos en otro artículo, pero déjame darte una buena noticia:
“Dios no se mueve con tus sentimientos y emociones. Dios es Espíritu y trata con tu espíritu”
Los sentimientos y las emociones, pertenecen al alma, no al espíritu, y existen personas que basan su relación con Dios en su alma. Si no tienen un sentimiento especial, entonces Dios no ha hecho nada o no les ha respondido. Los sentimientos son una cosa, la fe es otra. La fe nada tiene que ver con los sentimientos.
Con ésto en mente, quiero que sepas que la sangre de Cristo no es un asunto de sentimientos, es un asunto de fe.
¿Donde estás tú?
Todos los días vivimos experiencias diferentes, y como hijos de Dios, aunque fuimos salvados y perdonados por creer en Jesús y recibirlo como Señor, nos enfrentamos a diario a un mundo que no le conoce y que siempre le lleva la contraria.
Como cristianos, aunque procuramos la santificación y agradar a Dios, aún estamos expuestos a caer en tentaciones y pecar contra Dios, contra nuestro prójimo o incluso contra nosotros mismos, y ésto será así, hasta que estemos en la presencia del Señor.
Sin embargo, existen hoy muchos cristianos que se dejan llenar de culpa, y cargan con esa culpa diariamente y a causa del pecado se sienten alejados de Dios.
El efecto del pecado es separarnos de Dios, es parte de la consecuencia que tenemos al momento de cometerlo. Dios es Santo, es su naturaleza, y él nada tiene que ver con el pecado.
Pero algo que recientemente aprendí, es que cuando el hombre pecó en el huerto del Edén, según el relato de Génesis 3, Dios cuando buscaba al hombre, no le preguntó primero: ¿qué has hecho, qué pecado has cometido?, sino que le preguntó: ¿Donde estás tú?.
Con ésto, se puede observar la actitud de Dios. Aunque Él sabía que Adán y Eva habían pecado; Él no estaba interesado en conocer la clase de pecado que habían hecho, sino en buscar al hombre, Él estaba interesado en que éste no se separara de Él. Por supuesto que Dios sabía donde estaba ubicado, pero esperaba que el hombre respondiera a su llamado.
Pero ¿cual fué la primera actitud del hombre?, esconderse, tener miedo, sentir vergüenza. Así sucede hoy, muchos sienten miedo, se esconden y sienten vergüenza, sin embargo Dios te sigue llamando, Dios te sigue buscando y esperando tu respuesta. Él no quiere que vivas separado de Él. Todo lo contrario.
Para Dios, es más importante tu relación con Él que lo que hayas cometido, es lo que buscaba de Adán y es lo que busca de la humanidad hoy.
Si te has sentido así, entonces es hora de acabar con eso.
¿Por qué es importante la sangre de Cristo?
Se puede decir que existen 3 áreas donde el pecado toma lugar:
- Con Dios, haciéndonos sentir separados de Él.
- Con nosotros mismos, haciendonos tener más culpa.
- Con Satanás, trayendo acusación a nuestra conciencia.
La separación, la culpa y las acusaciones de Satanás , pueden llegar a acumularse en nosotros y llenar nuestra vida de mucha carga emocional. Algunas personas llegan a sufrir por esa causa depresión, o se sumergen en los vicios como medio de escape, mientras otros son conducidos al suicidio y la locura.
Aquí es donde la sangre de Cristo entra en acción para traer a nuestra vida la libertad que el Senor ganó para nosotros en la cruz.
Separados de Dios
El pecado, en palabras sencillas, es errar contra lo que Dios ha establecido. Si Dios dice que no debemos robar, y robamos, entonces cometemos pecado. Si Dios dice que debemos adorarlo sólo a Él, y nosotros decidimos adorar a otros dioses, eso también es un pecado.
Como dijimos anteriormente, la Biblia nos enseña que la consecuencia del pecado es apartarnos de la presencia de Dios. Dios no habita en el pecado, porque Dios es santo y es perfecto. Él no tiene nada que ver con el pecado.
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
Romanos 3:23
Al pecar, en nuestra conciencia sabemos que le hemos fallado a Dios y el instinto humano nos hace alejarnos de Él. Eso fue exactamente lo que le sucedió a Adán y a Eva, se escondieron:
Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Génesis 3:10
Date cuenta que Dios no se esconde, ni huye, sino el hombre, y la actitud de Dios es buscarlo. Cuando nos separamos de Dios, las consecuencias se hacen visibles en todo nuestro entorno. Fíjate como lo expresó el rey David,
Todos los días que seguía orando, sin confesar mis pecados, me debilitaba cada vez más.
Salmos 32:3 PDT
En otras versiones dice: “Se envejecieron mis huesos“. Vivir apartados de Dios, no sólo afecta tu espíritu, también tu alma y tu cuerpo, porque sabes que una vez que has vivido en su presencia, no hay mejor lugar donde habitar.
La Biblia enseña que Cristo es “el cordero de Dios, que vino a quitar el pecado del mundo” (Juan 1:29). Así que el propósito de Cristo, era derribar ese muro de separación del pecado entre nosotros y Dios.
Al Cristo morir en la cruz, pagó el precio del pecado de nosotros ante Dios y su sangre es el pago de ese precio. La sangre de Cristo nos abre un camino directo ante la presencia de Dios y nos quita esa separación.
Dios nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo mediante su sangre. La Biblia no puede ser más clara.
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado
Colosenses 1:20-21
Asi que, no debemos pensar que estamos separados de Dios, porque ya estamos reconciliados con Él, si has creído en su Hijo Jesús. Para eso sirve la sangre de Cristo, para quitar todos los obstáculos que nos separaban del Padre. Su sangre nos da la libertad de entrar directamente al trono de Dios.
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,
Hebreos 10:19
Nadie nunca tuvo tanto privilegio en el pasado de acercarse a Dios de esa manera. Pero ante el Padre, eres una persona limpia del pecado si le buscas por medio de Cristo.
Entonces, ¿qué debes hacer si haz pecado y te sientes separado de Dios?. Muy sencillo, puedes acercarte libremente ante Él, confesar tus pecados, y la Biblia dice que Él te perdona y la sangre de Cristo te limpia y también quita esa separación.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9
El mismo rey David, después de haber declarado que por no confesar sus pecados a Dios se debilitaba, dice:
Entonces, decidí confesarte todos mis pecados; no escondí ninguna de mis culpas. Decidí confesarte mis errores, SEÑOR, y tú perdonaste todas mis culpas.
Salmos 32:5
Es necesario resaltar una vez más, que no se trata de cuánto tu te sientas después de eso. Como dijimos, los sentimientos son una cosa, la fe es otra. No importa cuánto llores, cuánto te arrepientas, cuánto tiempo tengas orando y te salgan llagas en las rodillas o cuan buena persona seas.
No quiere decir que orar, ayunar y buscar a Dios no sean importantes, pero en éste caso, no se trata de cuánto tú hagas, sólo la sangre de Cristo es suficiente delante de Dios para quitar esa separación.
Así que la próxima vez que te sientas separado de Él, sólo ora y dile:
Padre gracias, porque sé que puedo llegar a ti libre y tranquilamente por medio de la sangre de Cristo. Gracias por lo que hizo y aún hace por mi y creo, que si para ti es suficiente su sangre, para mi también lo es.
La culpa en nuestro interior
Nuestra mente, tiene una increible capacidad de recordar momentos y experiencias de la vida. Buenos y malos quedan allí. Pero existe algo interesante, siempre tendemos a recordar más lo malo que lo bueno.
Una de las consecuencias del pecado, aparte de hacernos sentir separados de Dios, es también manchar nuestra conciencia con la culpa.
Muchos cristianos lidian con éste problema de la culpa día a día. La culpa, les da una visión nublada o distorcionada del amor de Dios, puesto que no importa cuánto se arrepientan y pidan perdón por lo mismo, no se sienten perdonados. La culpa les lleva a recordar una y otra vez sus actos, y en sus conciencias no consiguen más que condenación, porque no se sienten o, mejor dicho, no creen ser perdonados.
La culpa interior, por algo que hayan o no hayan hecho, puede acarrerar consecuencias en corto o largo plazo. Entre esas consecuencias están:
- Baja autoestima.
- Vicios o adicciones.
- Depresión.
- Suicidio.
- Poca o ninguna relación con Dios.
- Enfermedades.
Éstos, entre otros problemas, pueden ser causados por la condenación interior que existe en la conciencia, que lleva a creer que no hay salida o que Dios no los ama lo suficiente para perdonarlos.
La culpa y la condenación no vienen de Dios. Cristo vino a quitarnos la condenación.
Así pues, ahora Dios no condena a los que están unidos a Jesucristo
Romanos 8:1 PDT
No existe algo más poderoso, que contraresta la culpa, como lo es el amor de Dios por medio de Cristo. Si estás unido a Cristo, Dios no te condena, no existe más condenación de parte de Él para ti. De hecho, gracias a la sangre de Cristo en la cruz, la Biblia nos dice que limpia nuestras conciencias.
Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Hebreos 9:13-14
La sangre de Cristo limpia nuestras conciencias de toda culpa, del pecado que te manchó. Eso, sólo Dios puede hacerlo.
Ninguna otra cosa puede limpiar la conciencia del ser humano por sus pecados en la vida, sólo la sangre de Cristo. Ella no tiene reemplazo o complementos, es decir, ante Dios sólo existe una sóla cosa que cuenta para limpiar tu conciencia y esa es la sangre de su Hijo derramada en la cruz.
En una oportunidad, yendo en mi vehículo, un fiscal de tránsito me detuvo, y me levantó una multa porque había estado circulando con algo en el vehículo que se suponía debía estar en buenas condiciones. Cuando eso sucedió tres cosas sucedieron después:
- Me creó la multa y eso implica que me registra a mi y al vehículo en el sistema. Así que llevaba mi historial de las cuantas infracciones había cometido y cuantas cometería en el futuro.
- Me dió una boleta, como un papel o un recibo, de mi multa, donde aparecia la causa de mi infracción y cuanto me costaría.
- Me dió una cuenta bancaria, donde yo tendría que cancelar mi multa en un determinado período de tiempo.
Cuando mi multa fuese pagada, debía llevar el recibo del depósito a la oficina de tránsito y confirmar con ellos que efectivamente en el sistema apareciera como cancelado. Sin embargo, mi registro y mi historia permanecerían alli.
Esa era exactamente nuestra condición delante de Dios. Habíamos cometido la infracción y nuestro historial estaba registrada en la Base de datos de Dios. Cuando Cristo murió en la cruz, la Biblia enseña que él pagó nuestra deuda ante el Padre. No sólo pagó nuestra deuda, sino que borró nuestros registros en la base de datos de los infractores.
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
Colosenses 2:13-14
Pero algunos, aún conservan el ticket de la multa. Aunque ellos se han arrepentido y le han pedido perdón a Dios, ellos miran una y otra vez la multa y se culpan y condenan a si mismos, aunque ya esa multa fue cancelada.
Debes creer lo que la Biblia dice.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9
Sólo ora y dile al Señor:
Padre perdóname por el pecado que he cometido y lo que haya hecho que te ha ofendido. Te pido que por medio de la sangre de Cristo me limpies de mi pecado. Ayúdame a vivir como a ti te agrada. Te doy gracias porque ya tú pagastes mi multa y ya no tengo ninguna deuda contigo y me vez libre de culpa. Ayúdame a verme a mi mismo como tú me ves a mi.
La Biblia dice que cuando Dios perdona tiene una excelente mala memoria. Él es el único que puede perdonar y olvidar completamente. Si vienes y le cuentas a Dios algo de lo que ya le pedistes perdón, Él literalmente no se acordará.
Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Miqueas 7:19
No busques más lo que Dios ya sepultó y echó en lo profundo del mar. Es inútil y te hace perder tu tiempo. Más bien ocupa tu tiempo en buscarle a Él y obedecerle.
Las acusaciones del enemigo
Cuando te conviertes en hijo de Dios, ganas para ti no sólo tener al Señor de tu lado para guiarte por la vida, sino también bendiciones así como responsabilidades que como hijo de Dios debes cumplir. Pero también tienes contra ti al mundo y a un enemigo en particular, Satanás.
La palabra Satanás, proviene de su raíz hebrea ha-satán, que significa, enemigo o acusador. Es el enemigo número 1 de todo cristiano, y creeme cuando te digo que sabe lo que hace, tiene miles de años de experiencia haciendo su trabajo, y sabe cómo engañar.
Jesús también lo menciona como el padre de las mentiras:
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Juan 8:44
Así que Satanás, cuando te dice algo, aunque parezca cierto, su fundamento es pura mentira. Él sabe mentir, sabe engañar, sabe acusar.
Pero, ¿cómo sabemos que nos acusa a nosotros?. Muy sencillo, porque la Biblia lo dice:
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
Apocalipsis 12:10
El apóstol Pedro, lo presenta como un león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8). Así mismo el apóstol Pablo, nos dice que Satanás, todo el tiempo está maquinando contra nosotros (2 Corintions 2:11).
El trabajo de un acusador, es como el trabajo de un fiscal en un juicio. Busca, investiga y observa cada uno de tus errores, los magnifica a tal grado, que un pequeño error, pueda ser visto como el peor crimen efectuado en toda la historia de la humanidad, y no necesariamente está equivocado. Un fiscal acusa porque tiene bases reales para acusar. Tiene pruebas, y quiere justificar y convencer al juez de que el acusado es culpable de su delito.
Así también, Satanás nos acusa delante de Dios dia y noche, y te recuerda una y otra vez que eres culpable de tus delitos.
¿Tiene razón?, puede ser, ¿Tiene pruebas para acusarte?, definitivamente, ¿Lo que te dice es cierto?, pareciera que si, porque las pruebas están presentes.
Puede ser, que hayas pecado y luego hayas ido ante Dios y le hayas pedido perdón por tu pecado, y creas que ante Dios ya no eres culpable, pero siempre puede venir una y otra vez, una voz en tu interior que te recuerda lo que hicistes y eso te hace dudar de que hayas sido perdonado.
Existe una diferencia, entre la voz que viene de Dios, de su Espíritu, y la voz acusadora de Satanás. Cuando Dios te habla, siempre busca que cambies para ser mejor y te acerques más a Él. Dios nunca te va a rechazar o hechar fuera si le buscas para arrepentirte y buscar su perdón.
Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
Isaías 55:6-7
Pero cuando Satanás te habla, busca debilitarte, hacerte dudar del amor de Dios, él busca que te alejes lo más posible de Dios y pone en evidencia todo el tiempo lo malo que has hecho.
En Job 1, se nos muestra cómo Satanás, operó contra Job, el cual era un hombre que temía a Dios, y le sugirió a Dios, quitarle su protección, con un fin, hacer que ese hombre se alejara de Dios.
Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.
Job 1:11
Esa ha sido, y siempre será su intención, buscar que te rebeles contra Dios y te alejes lo más posible de Él.
Pero, como cristianos, la Biblia dice que le hemos vencido. Satanás es un enemigo, pero ya fué vencido en la Cruz. Es un acusador, pero sin evidencias ante Dios, y te acusa de una deuda que ya no tienes, siempre que creas en Jesús y creas que su sangre te limpia.
Déjame decirte, que todos los que hemos creído en Cristo, hemos vencido a Satanás, no porque somos más fuertes que Él, o por nuestros argumentos. Le hemos vencido porque Cristo lo venció en la cruz y su sangre pagó el precio de nuestro pecado delante de Dios.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Apocalipsis 12:11
Fíjate que como cristianos, le vencemos porque creemos que la sangre de Cristo nos limpió de nuestra culpa delante de Dios, y vivimos dando testimonio de que hemos sido salvados por Él.
En otras palabras, aunque podemos fallar y caer, tenemos la facultad de acudir al Padre y pedir su perdón, por medio de la sangre de Cristo, y seguir viviendo obedeciéndole, demostrando con nuestras obras y nuestro estilo de vida, que Jesús es nuestro fundamento.
Así que, nuestra fé debe ser respaldada por nuestras acciones y nuestra forma de vida. No meras palabras. Dios espera que vivas de acuerdo a Él una vez perdonado.
Dios no busca de ti perfección, sino santificación, es decir que busques agradarle.
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Colosenses 3:17
Así que la próxima vez, que Satanás quiera acusarte por algo, recuérdale que Cristo pagó el precio de tu pecado con su sangre en la cruz. No le creas, porque todo lo que persigue es engañarte, y hacerte creer que ya Dios no te ama, y no te acepta.
¿A quien prefieres creerle?, al que te engaña y es el padre de la mentira, o al que es el Camino, la Verdad, y la Vida.
Salvados por su sangre
Una última reflexión que me gustaría traer para ti, con respecto a la sangre de Cristo, es cómo el Padre no pone su atención en ti, sino en la sangre de su Hijo.
En el libro del Éxodo, se relata la historia del pueblo de Israel en Egipto, cuando éste era aún esclavo de los egipcios. Dios les ordena matar a un cordero, en lo que se conoce como la Pascua (la cual fué la primera que celebraron), y con la sangre de éste, debían marcar los dinteles de las puertas.
En la última plaga, la cual fue la muerte de los primogénitos, Dios les dijo a los israelitas que cuando su ángel pasara y viera la sangre, pasaría de largo. La sangre del cordero, era la señal, que pertenecían al pueblo de Dios
Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.
Éxodo 12:21-23
Dios no estaba diciendo, el que mejor conducta haya tenido, o el que mejor haya obedecido va a ser guardado. Dios no dijo que examinaría los pecados de los que estaban dentro de la casa. La Biblia dice, que Él sólo vería la sangre.
Éste evento profético, sólo servía como señal de lo que Cristo haría por nosotros. La Biblia dice que Jesús es el cordero de Dios que vino a quitar el pecado del mundo (Juan 1:29) y que su sangre fué derramada en la cruz para el perdón de los pecados.
Y así es como el Padre nos mira a nosotros. Nunca se ha tratado de cuán buena persona puedas ser en la vida, o lo que tu puedas hacer para salvarte.
Se trata de Cristo, únicamente su sangre es lo que Él ve y son salvados, sólo aquellos que se refugian en Él.
Sólo los que se refugian en su sangre, son guardados de la muerte y hayan la Salvación.
Quiero invitarte a que si, hasta ahora no te has refugiado en la sangre de Cristo para ser salvo, lo hagas ahora, nunca es demasiado tarde. Puedes encontrar más información en el artículo El Plan de Dios para el Mundo.
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