La oración es un pilar fundamental para todo cristiano, y es más que peticiones, es el fundamento de nuestra relación con Dios. La oración es nuestra principal vía de comunicación con Dios, y de Él con nosotros.
Por esa razón, resulta muy importante conocer a quién debe ir dirigida la oración. Cuando llegas a una iglesia, resulta abrumador ver a distintas personas orar de formas distintas.
Para un nuevo creyente, así como aquellos que tenemos muchos años en el evangelio, aún hoy uno descubre nuevas formas (algunas de ellas inventadas), de como la gente se expresa en la oración.
Cuando oramos a quién nos dirigimos: ¿al Padre?, ¿al Hijo?, ¿al Espíritu Santo?, o ¿a otra persona o entidad?. Pero ¿Es importante saber a quién te diriges al momento de orar? Si, claro que lo es, y me gustaría que siguieras leyendo, para puedas aclarar dudas.
- ¿Por qué existe esa confusión?
- ¿A quién debemos dirigirnos cuando oramos de acuerdo a la Biblia?
- ¿Cómo oraba Jesús, los Apóstoles y la iglesia?
- ¿Por qué no deberíamos orar a otro?
- Si oro al Padre, ¿qué pasa con el Hijo y el Espíritu Santo?
- ¿Qué pasa si lo he hecho mal todo este tiempo?
- La oración vs la comunión
¿Por qué existe esa confusión?
Si tú y yo, no tenemos claro a quién va dirigida nuestra oración, es como lanzar una flecha al aire y no saber a donde va a caer.
Incluso, en los cristianos modernos se les oye orar al Espíritu Santo, o a Jesús, o al Padre. Algunos van más allá y piden a ángeles. Entonces la pregunta que te hago es: cuando oras y dices Señor, ¿a quién te diriges?.
Esa confusión radica en la idea de que nosotros conocemos a Dios como: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y se dice que ambos son 3 pero también son 1. Así que algunos usan ese argumento, para luego afirmar que no importa a quién yo le hable cuando ore, igual es el mismo Dios.
Por otro lado, existe otro problema. Existen cristianos que no tienen claro lo del Padre, Hijo y Espíritu Santo y al final los ven como si fueran 3 dioses distintos que trabajaran juntos.
Todo éste mal entendimiento y falta de comprensión de las Escrituras, dan a las personas una imagen mental errada al momento de orar.
Por otro lado, también el problema de la confusión viene, por las malas enseñanzas y costumbres aprendidas de la iglesia católica romana, que difunde oraciones al Espíritu Santo, a ángeles y a santos declarados por ellos.
Todo lo anterior junto con la poca enseñanza bíblica que se da en la iglesia, los creyentes adoptan la actitud de: “así me parece bien a mi, y continúo asiéndolo“, “así ora el pastor de la iglesia o el hermano aquel“, “así me lo reveló Dios, porque lo siento“.
El problema de esas actitudes es que ninguna de ellas tienen algún respaldo bíblico.
Como hijos de Dios, deberíamos procurar buscar lo que viene de Dios y hacer lo que Él espera que hagamos, no lo que nosotros juzguemos, creamos o aprobemos que está bien, porque si lo haces estás tomando el lugar que sólo a Él le corresponde.
¿A quién debemos dirigirnos cuando oramos de acuerdo a la Biblia?
Antes de responder ésta pregunta, es necesario que comprendas cómo se manifesta Dios tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, para que de ésta forma comprendas quién es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y por qué entendemos que es un Dios único.
No importa si crees saberlo, lee por favor el artículo primero para que tengas los conceptos claros, porque sino, seguirás teniendo dentro de ti la confusión que siempre has tenido.
Para ninguna de las personas que se mencionan en las Escrituras que alzaban su oración a Dios, era un problema saber a quien se dirigían.
Todos lo tenían claro, cuando oramos, nuestra oración va dirigida al Padre celestial. Nuestras oraciones y peticiones no van dirigidas al Hijo, o al Espíritu Santo.
Y ahora, tú dirás, pero ya va, detente ahí, no estoy con ésto denigrando o rebajando al Señor Jesús o su Espíritu Santo. Por supuesto que no. Todo lo contrario, glorificas a Jesús.
El Señor no vino a desplazar al Padre, sino para que el Padre sea glorificado por medio del Hijo.
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”.
Juan 14:13
Permíteme mostrártelo en otra traducción:
“Todo lo que ustedes pidan en mi nombre, lo haré. Así la grandeza del Padre se mostrará a través del Hijo”.
Juan 14:13 PDT
Lo entiendes ahora?. Cuando oras a Dios, el Padre celestial, en el nombre Jesús su Hijo, todo lo que el Señor haga con nuestra oración dará la completa gloria al Padre.
De ésta manera, el Padre nunca estará descepcionado de ti, porque el Señor Jesús es como un filtro que hace que nuestras peticiones a Dios siempre le den la gloria a Él.
Y, ¿qué del Espíritu Santo?, ¿no es importante?. Por supuesto que lo es. El Espíritu Santo es el que hace todo eso posible. Sin el Espíritu Santo, sería imposible que nosotros pudieramos orar y creer en Dios. El Espíritu Santo nos ayuda a glorificar a Jesús el Hijo, en otras palabras el Espíritu Santo nos guía a Jesús.
“Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”.
Juan 16:14
En otras versiones dice: Él recibirá de mí lo que les diga, y así me honrará. ¿Qué quiere decir?. Que por medio del Espíritu Santo, podemos recibir lo que Jesús tiene para nosotros.
Todo se conecta y todos tienen su lugar y eso no quiere decir que alguno sea menor o mayor. Lamentablemente en nuestra mente, tenemos la tendencia de enumerar. Pero para ser francos, ese es nuestro problema, no el de Dios.
¿Cómo oraba Jesús, los Apóstoles y la iglesia?
Sé que para algunas personas, en especial cristianos que ya tienen un tiempo de convertidos, les parecerá problemático orar al Padre en el nombre de Jesús.
Tal vez por costumbre o por asumir que si no mencionan al Espíritu Santo en sus oraciones, entonces lo están haciendo a un lado, y ésto tiene un trasfondo histórico que luego vamos a tocar.
Pero lo cierto, es que, como mencionamos, tanto Jesús como los primeros cristianos dirigían sus oraciones al Padre.
Jesús por ejemplo, nos enseñó la oración del Padre nuestro, y cómo comienza.
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”.
Mateo 6:9
¿A cual nombre se refiere?, ¿te lo has preguntado?. No puede ser Padre, porque el padre es la revelación que Jesús nos vino a dar, ver a Dios como un Padre. Entonces, ¿a cuál nombre se refiere Jesús?.
En el original griego, la palabra nombre que se describe aquí es ónoma (ὄνομά), y se refiere a persona, autoridad o carácter.
Así que Jesús, no sólo está dirigiéndose a Dios Padre, sino que también alaba, glorifica y exhalta su autoridad, su carácter, su persona.
Los apóstoles no tenían problemas para entender que sus oraciones iban dirigidas a Dios Padre.
Pablo por ejemplo decía:
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo”.
Efesios 3:14
“dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.
Efesios 5:20
“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.
Colosenses 3:17
Y, ¿qué de los primeros cristianos?. Ellos también lo tenían muy claro.
Cuando los creyentes pidieron fortaleza en medio de las persecuciones, quedó registrada una oración que hicieron, y que dice:
“Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay”.
Hechos 4:24
y luego dicen:
“Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel”.
Hechos 4:27
Así que cuando ellos oran, claramente a quien llaman Soberano Señor, es definitivamente el Padre celestial.
De hecho, la palabra Soberano Señor que usan, viene del griego, despótes (δέσποτα), que quiere decir, un gobernador absoluto, un amor o señor. En otras palabras, es Dios mismo porque no hay nadie por encima de Él, y no fué nombrado sino que Él es el amo de todo.
¿Por qué no deberíamos orar a otro?
En éste punto creo que está demás decir, que no deberíamos orar a ninguna otra persona o entidad más que a Dios, sin embargo, vamos a tocar algunos puntos con respecto a los casos.
Los ángeles
No debemos orar a los ángeles, pese a lo que muchos en el mundo afirman y practican, porque ellos están sujetos a la voluntad de Dios, así que ellos no pueden ni deben decidir hacer algo para ti por su propia voluntad.
Los ángeles están puestos para nuestro servicio, pero sujetos a la voluntad de Dios y sólo Él les ordena. El autor de la carta a los Hebreos dice de los ángeles:
¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?
Hebreos 1:14
Sumado a ésto, a pesar de que los ángeles son majestuosos a la vista, la Biblia dice en más de una oportunidad que los ángeles evitan recibir alguna forma de adoración o lo que se le parezca.
Cuando Juan recibía la visión del apocalipsis, se postró frente a un ángel y éste evitó esa acción:
“Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”.
Apocalipsis 22:8-9
Por supuesto, que el apóstol Juan, no iba a adorar al ángel, Juan iba a adorar a Dios, pero lo iba a hacer en los pies del ángel, lo cual se hubiera tomado como que el ángel iba a recibir adoración de Juan.
La actitud del ángel es increible. No le permite a Juan hacerlo. Es tanta la devoción del ángel al Creador, que le dice a Juan: “yo soy un siervo como tú, permiteme apartarme de aquí para que tu adores a Dios sin mi en medio“.
Ésto debe servirnos de testimonio a nosotros de que a nadie debemos entregar adoración, ni oración sino solo a Dios.
Las personas comúnes
Cuando hablemos acerca de la historia de la iglesia, veremos más detalles al respecto, pero aquí básicamente me refiero a cualquier persona terrenal que por alguna u otra forma fué declarado santo, por alguna institución, la más común es la Iglesia Católica Apostólica Romana.
La Biblia dice que nadie puede intervenir por nosotros ante Dios, sino sólo Jesús. Nadie más tiene ese privilegio.
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.
1 Timoteo 2:5
Él es nuestro único abogado, nuestro Señor y nuestro Salvador. Así que una persona, por muy buena y noble que haya sido en ésta vida, no puede interceder por nosotros.
De hecho toda la doctrina de los santos, las oraciones a ángeles y rezos a María, usada por esa iglesia es absolutamente errada y es una herejía. Pero eso lo estudiaremos después.
Si oro al Padre, ¿qué pasa con el Hijo y el Espíritu Santo?
Dios Padre espera que hables con Él directamente, y nuestro camino está hecho y preparado para que te acerques a Él. Sin embargo, es muy común entre los cristianos modernos dirigir sus oraciones al Señor Jesús o al Espíritu Santo, pero, ¿será ésto correcto?.
Jesucristo
Aquí quiero aclara que estamos hablando estrictamente de la oración como peticiones que hacemos a Dios, no estamos hablando de adoración o de tener comunión con nuestro Señor.
Jesús, nuestro Señor, es nuestro principal sacerdote delante de Dios. Es nuestro mediador. El Señor es nuestro Camino al Padre. Pero nuestro Señor, no está para recibir peticiones, sino ejecutar lo que el Padre en su Voluntad que es perfecta decida que se debe hacer cuando le pedimos algo.
Te has dado cuenta que algunas personas oran así:
Señor Jesús, te pido esto y aquello, te doy gracias y confío en ti. En el nombre de Jesús, Amén.
Ese cristiano, ¿a quién dirigió su oración?. Veamos: Habló con Jesús, le pidió, y luego le dijo, te lo pido en tu mismo nombre.
Tales cristianos que oran de esa manera, no se han dado cuenta que cometen el error de dirigirse a la misma persona, en el nombre de esa persona. Tampoco han entendido la razón de pedir algo en el nombre de Jesús.
Tu pides a Dios Padre algo en el nombre de Jesús, porque sólo Jesús es tu intermediario, sin Jesús, no se puede realizar, porque no tendrías derecho a hacerlo.
Te doy un ejemplo, imagínate que necesitas hacer algo en una institución del Estado, pero por alguna razón no puedes, pero tienes la opción de firmar un documento, donde autorizas a una persona a representarte delante de esa institución e ir por ti.
Cuando esa persona, sea un amigo o familiar, se presente, debe mostrar el documento y tendrá todo el derecho legal de realizar un trámite en tú nombre, es decir, por ti o en tu lugar. Esa persona te representa, va a en tu nombre y pide algo en tu nombre.
Así también, nosotros cuando nos acercamos al Padre en el nombre de Jesús, le estamos diciendo, que venimos con el derecho legal que Él nos otorgó, ese permiso de pedirle algo al Padre como si fuera el mismo Señor.
Tenemos ese derecho legal de acercarnos a Dios Padre, porque Cristo pagó ese derecho en la cruz, y nos dió su Salvación. Por esa razón, podemos pedirle al Padre con confianza en el nombre del Señor Jesús, Nombre que es sobre todo nombre.
El Espíritu Santo
Volvemos nuevamente a aclarar, que aquí estamos hablando de la oración en forma de peticiones, no hablamos de tener comunión con el Espíritu Santo, cuyo significado real es compañerismo, ayuda o participación, que es algo muy diferente.
Sin embargo, lamentablemente, muchísimos cristianos, en especial los carismáticos, tienen la costumbre de pedirle cosas al Espíritu Santo. Cuando oran, ni siquiera nombran al Padre, de una vez dicen: “Espíritu Santo, te pido esto o aquello“. ¿Existe eso en la Biblia?, la respuesta es, no.
En la Biblia, no existe ningún registro o enseñanza, que muestre que uno puede pedirle cosas al Espíritu Santo o que los apóstoles lo hacían o enseñaban. Si hubiera sido común, seguramente hubiese sido enseñado, o existirían textos Bíblicos que lo respalden.
Por ejemplo, cuando Pedro predicaba en la casa de Cornelio, lo cual consigues en Hechos 10, dice que mientras Pedro predicaba cayó el Espíritu Santo en ese lugar, es decir, se manifestó en lo oyentes. ¿Acaso Pedro dijo, Espíritu Santo ven?.
En las Sagradas Escrituras, se observa que los hombres oraban a Dios, y el Espíritu Santo les hablaba, siempre es esa dirección, y nunca de forma contraria. La razón es muy simple: Dios nos habla siempre por medio de su Espíritu.
Por ejemplo, cuando Pedro oraba, en el mismo Hecho 10, se observa cómo mientras el oraba a Dios, es decir el Padre, tuvo una visión, y luego que el Señor le aclaró la visión, el Espíritu Santo le dijo:
He aquí, tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado.
Hechos 10: 19-20
El Espíritu Santo nos enseña, también nos da órdenes, como en éste caso, porque es el mismo Dios hablándonos, es decir, es nuestro canal para oir lo que viene de Dios.
Sin embargo, tales prácticas o doctrinas que existen en la Iglesia Cristiana moderna, se originan no en basamento Bíblico. Tales prácticas, se originaron por medio de movimientos, que se dieron lugar el siglo pasado y cuya historia muy pocos conocen.
Con el tiempo, se fueron degenerando hasta llegar a falsas doctrinas como la iglesia llamada “Oración fuerte al Espíritu Santo“, cuya fachada pareciera una iglesia pentecostal, pero sus prácticas y enseñanzas demuestran lo opuesto.
Por causa, del poco o ningún conocimiento de muchos cristianos modernos, adoptan éstas prácticas porque un predicador lo dijo en el púlpito o lo hizo, y no se toman el tiempo de verificar por la Palabra de Dios si eso es o no Bíblico.
Como dijimos, el Espíritu Santo, no está para recibir tus peticiones. El Espíritu de Dios está aqui para ser nuestra garantía, consolador, maestro, guía, para ayudarnos a orar como conviene.
El Padre nos dió su Espíritu para ayudarnos en el día a día, y que fuese la garantía de nuestra herencia.
Vale la pena leer lo que dijo Pablo:
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”.
Romanos 8:26-27
Date cuenta, que el mismo Espíritu Santo intercede y lo hace sin que tú se lo pidas, porque Él conoce nuestra debilidad. No necesitas dirigirte a el Espíritu de Dios para recordarle lo que debe hacer.
Pero no conforme con eso, Dios Padre, que es con quién el Espíritu Santo habla, conoce qué es lo que el Espíritu dice por ti y es perfecto.
No eres tú quien le dice al Espíritu Santo, qué hacer. Hacerlo, se constituye una ofensa a Dios, porque tú y yo no somos quienes para decirle a Dios qué hacer.
En la Biblia, siempre el Espíritu Santo hablaba a los apóstoles para decirles qué es lo que ellos debían hacer, porque Él es Señor.
Lamentablemente, es común oir a personas decir, “Espíritu Santo, tócalos“, “Espíritu Santo sánalos“, “Espíritu Santo cámbialos“, incluso, algunos con un tono de voz que más pareciera una orden.
Déjame decirte que tales personas, no son quienes para decirle a Dios qué hacer, menos darle órdenes. No conocen la Palabra de Dios y se les olvida que a Dios uno se dirige con temor y reverencia, no con altivés de espíritu.
Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos.
Salmos 138:6
¿Crees que Pablo, Pedro, Juan o cualquiera de los apóstoles o profetas del antiguo testamento, se hubiesen atrevido a hablarle así al Espíritu de Dios?, ellos oían y obedecían, lo que el Espíritu del decía, no alrevés.
Así que no te preocupes si crees que has orado mal toda la vida o que no sabes cómo hacerlo bien, Dios nos dió a su Espíritu, que garantiza una comunicación perfecta con Dios, y así lo hagas mal, para el Padre va a ser tan claro como el agua.
¿Qué pasa si lo he hecho mal todo este tiempo?
No pasa absolutamente nada. Dios no te va a rechazar porque le pidas algo a la persona equivocada.
Dios no espera que seamos perfectos, sino que aprendamos en el camino. Dios no busca que lo sepas todo, porque Él lo que busca es tu corazón.
Para asegurar la perfección en nuestras oraciones hacia Él, nos dió su Espíritu Santo, por eso es tan importante el Espíritu de Dios en nuestras vidas, esa es su función y es la razón por la cual, Dios contesta nuestras oraciones.
¿No te has dado cuenta que en los últimos años, es muy común ver personas que oran a Jesús y al Espíritu Santo pero no a Dios Padre?, y cuándo se les dice lo que deben hacer, se molestan.
El Padre y Dios eterno es la persona principal en nuestras oraciones. Para Él fuimos apartados, por su amor fuimos salvados, a Él es a quién debemos dar las gracias en el nombre de Jesús. El Señor es nuestro medio para llegar a Él y su Espíritu nos ayuda a que nuestras oraciones lleguen a Él.
La oración vs la comunión
En la Biblia también dice que podemos tener comunión con el Padre, el Hijo y con el Espíritu Santo. Pero es mejor entender que es la comunión. En griego la palabra usada es koinonía (κοινωνία), y puede significar muchas cosas dependiendo la situación, entre esas está:
- Tener sociedad.
- Tener compañerismo.
- Recibir ayuda.
- Estar en su presencia.
- Participar.
En la Biblia existen textos como:
lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
1 Juan 1:3
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.
2 Corintios 13:14
Ambas hacen referencia a la misma palabra koinonía, cuyo significado ya hemos descrito.
Tener comunión es muy diferente a orar. La comunión es más como hacer parte a alguien o participar de algo, es tener amistad o compañerismo, hacer a alguien tu asociado en tus proyectos o recibir ayuda de aquella persona. La koinonía hace referencia a una relación.
Orar es más enfocado a buscar a Dios con peticiones, ruegos, intercesión y alabanzas.
En la comunión buscas hacer esa conexión de amistad. En la oración pides por lo que necesitas.
Por esa razón, como cristianos somos llamados a asociarnos con Dios en todo, y tener una relación personal diaria con Él. Cuando tu relación con Él crece, podrás experimentar cada día más de su poder, de su ayuda y de su paz.
Nunca descuides tu relación con Dios, hazlo parte de todas las áreas de tu vida. Pide por su ayuda en cualquier momento, no importan cuan tarde o temprano sea, nunca es tarde para contar con Él.
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