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El incomparable amor de Dios

Qué tan grande puede ser el amor de Dios para perdonar a una persona por sus actos, es una pregunta que muchas personas se hacen hoy día. Me gustaría presentarte 2 casos donde indiscutiblemente el amor de Dios tuvo lugar, no sólo perdonando sino transformando completamente la vida de esas personas y las que estaban a su alrededor.

Susan Atkins

Transcurría el año 1976, ella tenía 28 años y se le preguntó casi al final de una entrevista, después de 7 años en prisión, luego de una condena de por vida:

¿Cómo llegó la paz?

― Ella respondió: ¿la paz, mi paz? Encontré la paz por medio de la Salvación en Jesús y sólo saber que soy perdonada por Dios, es suficiente para mí.

El hecho que sepas que afuera hay gente que probablemente no te pueda perdonar, ¿no tiene algún efecto en ti?

― Ella dijo: No. Porque no serán ellos a los que tendré que enfrentar al final de mi vida. Yo estaré frente a Dios y es su perdón lo que determina mi paz.

Años después declaró ante una audiencia: “Mi Dios es un asombroso Dios”.

A partir de 2007 su salud se comenzó a deteriorar. Ella padecía de un tumor cerebral. En 2009 falleció en prisión. Su esposo que se mantuvo al lado del lecho, posteriormente dijo que antes de morir, recitó el Salmo 23 y su última palabra fue “Amén“.

Susan Atkins había participado en uno de los asesinatos a sangre fría más sonados de EE.UU, el cual llegó a involucrar a una famosa actriz de Hollywood llamada Sharon Tate. Llegó a formar parte de la secta “La Familia“, formada por un exconvicto llamado Charles Manson.

La droga, el sexo y una vida desenfrenada habían formado su mundo. No sentía remordimiento ni compasión. Todo lo que a ella le importaba era su adoración a Manson y lo que él dijera, eso debería hacerse. Hasta ese punto llegaba su devoción a él.

susan atkins - El amor de Dios

Pero algo sucedió mientras estaba en prisión en 1974. Ella conoció a Jesús y su vida dió un giro de 180 grados. Su transformación fue tal, que escribió un libro “Hija de Satanás, Hija de Dios” y se dedicó activamente a atender a otras presas que habían llegado a ese lugar por distintos problemas.

Ofreció varias entrevistas, donde en más de una oportunidad podía compartir su testimonio ante el asombro de los periodistas. Se le podía ver en su rostro el cambio que dió, de la chica que era a la que se presentaba ahora. Por supuesto que tenía muchísimos detractores que no creían en su testimonio. Pero para otros sirvió de inspiración de fé en el amor de Dios.

Me sorprendió oir cómo esta mujer declaraba en entrevistas que lamentablemente ella no podía cambiar el pasado, pero sí sabía que la mujer que alguna vez fué, ya no existía más. Su única esperanza y convicción era el amor de Jesús.

El apóstol Pablo

Apostol Pablo

Nos encanta saber de hombres que uno considera casi perfectos como el apóstol Pablo. Le han hecho estátuas en su honor, iglesias y pinturas de óleo. Existen innumerables escritos de sus hechos y sus enseñanzas que hasta hoy nos inspiran, las cuales han formado la base de la doctrina cristiana.

Sus epístolas o cartas forman parte del Nuevo Testamento y en ellas no sólo comparte su doctrina sino también su testimonio de vida.

Pero ese hombre de Dios, no se daría a si mismo ninguna honra personal, su honra la reservaba sólo para Jesús. Todo lo contrario, se consideraba a si mismo como el mayor pecador de la historia.

El apóstol Pablo dice:

Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.

1 Timoteo 1:12-16 Reina-Valera 1960

Me encantaría mostrarte lo que dice la traducción alemana “Hoffnung für Alle” (Esperanza para todos), el cual amplía un poco más ésta declaración del apóstol.

De eso yo antes ciertamente me burlaba, yo perseguí y luché contra Cristo y su Iglesia con odio ciego. Pero Dios tuvo misericordia conmigo y me perdonó todo. Porque en mi incredulidad, no sabía lo que hacía. Entonces experimenté la gracia del Señor más ricamente. Él me regaló la fé y el amor que sólo se pueden encontrar en la conexión con Jesucristo.

1 Timoteo 1:13-14

A pesar de sentirse el hombre más pecador del mundo, el primero de todos, y de declarar que lo había hecho con un odio ciego, Pablo tenía una certeza que nadie le podía quitar, Dios tuvo misericordia de él y le perdonó todo. ¿Sabes lo liberador que es eso?, ¿sentir que todo lo más horrendo que pudistes haber cometido fué perdonado?.

Pablo se convirtió en lo que era, gracias al amor de Dios quien lo transformó en el hombre que llegó a ser.

Pablo lo reconocía, y no sólo eso sino que experimentó recibir la gracia del Señor. Mientras más grande fué su pecado, más grande fué el amor de Dios para él, porque al que mucho se le perdona, mucho ama (Lucas 7:47). Si Dios lo hizo con Pablo, ¿crees que también lo pueda hacer para ti?, ¿estás dispuesto a recibir ese perdón y el maravilloso regalo del amor de Dios?.

Cómo se recibe el amor y perdón de Dios

La clave está en Jesucristo. Pablo lo dijo: la fé y el amor sólo se pueden conseguir cuando nos conectamos (nos unimos, nos enlazamos) a Cristo.

Qué fácil nos separamos del amor de Dios. Pero somos nosotros, no Él, nunca Él.

Dios ama de una manera más alla de nuestra comprensión y cuando Él perdona lo hace de manera perfecta. Nosotros perdonamos, pero nunca podremos borrar de nuestra memoria los hechos. Pero sólo Dios tiene la capacidad de perdonar y olvidar completamente lo que hicistes, como si nunca lo hubieras cometido. Su perdón es real. Eso es más allá de lo que podemos comprender.

seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,  y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

Efesios 3:18-19

El amor de Dios es imposible comprenderlo con la lógica humana, sólo se puede experimentar. Pero esa experiencia debe ser permanente. Día a día debemos permanecer en ese amor y no apartarnos de Él.

Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

1 Juan 4:15-18

La confianza de nuestra salvación, no depende de que tan bueno seas, sólo de su amor y perdón que duran para siempre. Si dependiera de nosotros estaríamos perdidos. Podríamos tratar de ser perfectos una hora, un día, una semana, pero en cualquier momento volveremos a fallarle a Dios o a nuestros semejantes.

Por eso el amor de Dios es incomparable. No debes hacer nada para ganarte su amor, porque Él nos ama simplemente porque si, sólo debes recibir su amor y aceptar que Él nunca te dejará de amar.

Una necesidad de ser perdonado

Tanto Susan Atkins como el apóstol Pablo tenían algo en común, ambos habían cometido crímenes que para muchos podrían ser considerados imperdonables pero cuando el perdón de los hombres ya no tiene lugar, el de Dios siempre está disponible.

Eso no quiere decir que debemos cometer crímenes o grandes pecados para poder recibir el amor de Dios, pero nos sirve de ejemplo para saber que si Dios los puede perdonar a ellos, también lo puede hacer con nosotros.

Toda persona que tiene la necesidad de ser perdonado, es porque reconoce que ha fallado, se siente culpable y necesita ser absuelto. Cuando aceptamos que le hemos fallado a Dios, siempre podemos recurrir a Él en busca de perdón, es allí, en su presencia, donde experimentas el increible amor de Dios y sus puertas nunca se cierran.

¿Quieres experimentar la libertad en tu vida de las culpas, la frustración o la desilusión?, sólamente en el amor de Dios lo puedes conseguir.

Susan Atkins lo experimentó, el apóstol Pablo también, ahora tú lo sabes, sólo falta que lo experimentes.

Todos los que recibimos el amor de Dios en nuestra vida, experimentamos un cambio y nunca vuelvemos a ser los mismos porque hemos sido perdonados por Él.

Ahora estámos dispuestos a vivir como a Dios le agrada y buscamos ser aprobados por Él, no por la gente. Todo eso, porque ahora vivimos para aquél que murió y resucitó por nosotros (2 Corintios 5:15).

No me imagino un mundo sin el amor de Dios. Sólo Él puede regalar el perdón, de la forma como Susan Atkins se sintió perdonada y su vida al final dió el testimonio de una relación genuina con Jesús.

Si has recibido el amor de Dios y vives para Él cada día, entonces que no te importe lo que otros opinen de ti, de ellos sólo Dios se puede encargar. Haz que te importe sólo lo que Dios opine de ti.

Tanto a Susan Atkins como a Pablo los acusaron de falsos. Luego de tener su encuentro con Jesús y de empezar a vivir para Él, las personas a su alrededor no estaban convencidas de que realmente hubieran cambiado. El peso de sus actos era mucho.

Pero a pesar de todo, eso no fué un impedimento para que siguieran viviendo para Jesús. Pablo dijo:

Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Gálatas 1:10

Deberíamos aprender del ejemplo de ésta mujer como el de Pablo, vivir en ese amor cada día.

No importa lo que otros opinen de ti, de ellos sólo Dios se puede encargar, sólo debe importate lo que Dios opine de ti. Sólo confía en su amor cada día.

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