Hoy día, hay muchos que han oído hablar de la Salvación pero les invade la duda si de verdad ellos la recibieron. Si le has dado tu vida a Jesús o tienes muchos años siendo cristiano, seguramente te habrás hecho, al menos una vez, éstas preguntas: ¿aún tengo la salvación?, ¿se habrá descepcionado Dios de mi?, o ¿aún soy salvo?.
Al menos a mi me ha pasado, y en mi experiencia sé que no soy el único. Por desconocimiento, muchas personas han preferido abandonar el Camino del Señor, porque no tienen la certeza de la Salvación, es decir, no están convencidos de que son salvos.
En éste artículo, quiero presentarte 5 pruebas fundamentales para estar convencido(a) de que has recibido la salvación, una vez que hayas entregado tu vida a Jesús, pero si aún no lo haz hecho y deseas conocer más, puedes visitar nuestro arículo para conocer el plan de Dios para el mundo.
Porque la Biblia lo dice
Como cristianos, creemos en la autoridad y la infalibilidad de las Sagradas Escrituras, es decir, la Biblia. La Biblia, no es un libro sagrado de una religión más, para nosotros la Biblia es la Palabra de Dios dada a los hombres. En otro artículo explicaremos ésto con más detalle, pero deseo que conozcas que la Biblia, es decir, la Palabra de Dios es un pilar fundamental de todo cristiano.
Si quieres saber cómo Dios piensa acerca de un asunto, deberías buscarlo en su Palabra, y no esperar recibirlo de un ángel, o una visión, o algún evento sobrenatural. Como cristianos TODO debe estar fundamentado en Su Palabra, puesto que ella es la “Palabra profética más segura“.
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
2 Pedro 1:19-20
Con ésto, entendemos entonces que lo que está escrito, no es otra cosa más que Dios hablándonos.
En la Biblia conseguimos lo siguiente acerca de la salvación:
Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
Romanos 10:8-10
También menciona:
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios
Juan 1:12
Así como se mencionan en éstos versículos, existen muchos más que confirman que para todo aquel que cree en Jesús, es decir, que decide recibirle y lo demuestra públicamente, recibe la salvación.
Porque Dios lo dice
Si creemos que en la Biblia Dios nos habla y nos expresa su voluntad, entonces deberías poner toda tu fe en lo que Él dice.
Nota que se menciona siempre en los versículos anteriores, una acción de fe. Creer no es saber que existe, sino entregar tu confianza plena en Dios. La fe es estar completamente convencidos, inamovibles, y confiados en Dios, aunque no lo veamos. Confiamos en su Palabra y en sus promesas sólo porque Él lo dice.
La Biblia menciona:
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Hebreos 11:1
Un ejemplo de fe, en la vida diaria, es cuando tienes una cuenta bancaria. Una persona guarda su dinero en el banco, aunque no vea físicamente que éste lo guarde en una bóveda o electrónicamente. Sólamente lo sabe y confía en el banco. Esa persona sabe que cuando quiera retirar algo de su dinero, le será dado. Esa clase de confianza es fe aunque no lo vea.
La Biblia nos muestra lo que Dios dice acerca de la salvación.
Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.
Joel 2:32
Y dice también:
¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Miqueas 7:18-19
Dios no cambia de parecer con respecto a la salvación. El plan de salvación para la humanidad no fue un asunto del momento, para luego Él cambiar de opinión, porque Dios es el mismo ayer, y hoy y por los siglos, Hebreos 13:8.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Juan 14:6
También dice,
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Mateo 24:35
Si Él no cambia, si su Palabra es segura, confiable y no le afecta el tiempo, y si tu fe está puesta en Él entonces no hay lugar para la duda.
Si tú haz creido en Él y le haz confesado como Señor de tu vida, entonces eres salvado, solo porque Dios lo dice.
Porque su Espíritu lo confirma
La Biblia enseña que todo aquel que recibe a Jesús como Señor, recibe de Él su Espíritu. El Espíritu Santo es la presencia misma de Dios que viene a habitar en nosotros. El mismo Jesús dijo que sería nuestro consolador, maestro y nuestro guía a toda verdad.
Sólo un verdadero creyente recibe el Espíritu Santo. No es una experiencia mística, ni una fuerza mágica. El Espíritu Santo es una persona y la Biblia enseña que somos sellados con su Espíritu, como la garantía de nuestra salvación.
Si no tuvieramos al Espíritu Santo, no podríamos comprender la Palabra de Dios, tampoco seríamos salvos, ni tuvieramos la capacidad de agradar a Dios o tener fe en Él. Todo eso es obra de su Espíritu.
Existe mucho que podemos hablar del Espíritu Santo pero te doy algunos puntos importantes que nos confirman que lo tenemos.
Nos confirma el amor de Dios
La Biblia dice:
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Romanos 5:5
Es imposible experimentar el amor de Dios sin su Espíritu. Si eres un creyente verdadero, sabes que Dios te ama. El amor de Dios se hace palpable en tu vida y es una seguridad sobrenatural. Esa seguridad confirma la salvación que haz recibido de Él. El apóstol Pablo lo describía así:
Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Efesios 3:14-19
En otras palabras, Pablo rogaba y deseaba con todo su corazón que los creyentes supieran todas las dimensiones del amor de Dios, que según él, excede a todo conocimiento. Sólo aquellos que tienen a su Espíritu conocen y les es revelado la profundidad del amor de Dios.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 8:38-39
Nos confirma que somos hijos de Dios
Todos los que recibimos a Jesús como Señor somo automáticamente adoptados y llamados hijos de Dios (Juan 1:12), y tenemos esa certeza, porque su Palabra lo dice y su Espíritu nos da testimonio de ello.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Romanos 8:15-16
No hay lugar para las dudas. Es una convicción sobrenatural que sólo poseen los que han recibido al Espíritu de Dios. Si te dijeras a ti mismo, no soy hijo de Dios, seguramente sabrías que eso no es cierto. Ese convencimiento y confirmación no viene de ti sino de su Espíritu.
Es nuestro sello de Salvación
El Espíritu Santo es muchas cosas para todo cristiano, y como dije, dedicaremos algunos artículos posteriores para mostrar esto, pero una de las cosas particulares de cómo se muestra para nosotros es como un sello de propiedad y garantía.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
Efesios 1:13-14
Existen muchos pasajes de la Biblia que refieren al sello del Espíritu Santo que todo creyente posee. Somos sellados por Dios mismo, somos de su propiedad y su salvación tiene como garantía Él mismo, su propio Espíritu, así que es imposible que falle.
Para que entiendas la idea, te doy este ejemplo. Una empresa cuando crea un producto, le coloca una garantía de un tiempo determinado, para que cuando lo compres puedas reclamar si éste resulta defectuoso. Ahora imagínate que vas a comprar un producto, y éste tiene una garantía de 5 años, pero otro de otra compañía te da 10 años. ¿A qué conclusión llegas?, sencillo, mientras mayor es la garantía, mejor es el producto.
Dios nos dió la salvación por medio de Jesús su Hijo, y puso como garantía su propio Espíritu para que tengamos la confianza, hasta el final, que somos salvos.
Porque amamos a los creyentes
La Biblia enseña que todo aquel que pertenece a Jesús, ama a sus hermanos, es decir, a otros creyentes que también han puesto su fe en Él.
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.
1 Juan 3:14
El amor a los hermanos es una evidencia irrefutable de que tenemos una nueva vida en Cristo. Sientes la necesidad y la comodidad de sentirte parte de una comunidad de personas que adoran al Señor y aprenden de su Palabra.
Este amor te lleva a apoyarlos, ayudarlos y a tener un gozo que viene desde dentro de ti cuando compartes con ellos. El ambiente es muy diferente a cuando compartes con personas que no conocen al Señor, y con ésto no quiero decir que no tengas amigos no cristianos, sino que poco a poco te sentirás más atraido a rodearte de gente que brindan mucho más valor a tu vida.
Jesús dijo:
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Juan 13:34-35
El que ames y seas capaz de recibir ese amor de otros hermanos, es una señal para ti y para los que te rodean, que Jesús está en tu vida.
Porque damos testimonio
Por último, y no menos importante es la evidencia en tu forma de vivir. Tus actos, tus obras para con los demás, tu forma de hablar y de pensar, hasta tus metas y sueños en la vida son transformados por Dios a medida que caminas con Él todos los días y le sigues.
Por supuesto que la salvación no depende de tus actos, ni de qué tan bueno seas. La salvación le pertenece a Dios y Él la da gratis a todos los que la reciban. Pero si quieres estar convencido de que eres salvo, y de que de verdad Jesús transformó tu vida, te invito a que te hagas éstas preguntas:
- ¿Comparto con otros mi fe en Jesús y que Él los puede salvar?.
- ¿Estoy viviendo como le agrada a Dios y obedezco sus mandamientos?.
- ¿Busco a Dios con frecuencia y deseo tener una mayor intimidad con Él?
Si tu respuesta es si, entonces de acuerdo a la Biblia, tu testimonio es una evidencia de que eres salvo.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Apocalipsis 12:11
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Colosenses 3:1
Una persona que ha recibido la salvación de forma genuina, busca las cosas de Dios y busca agradarle. Tus obras son un testimonio vivo de que sigues a Dios y su Palabra.
Seguir a Dios, no significa ser perfectos, porque siempre fallaremos, pero como el apóstol Pablo dijo:
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:13-14